"«Sacrificio ofrece a Dios de acción de gracias, cumple tus votos al Altísimo; e invócame en el día de la angustia, te libraré y tú me darás gloria.»”. (Salmo 50 14,15)
A veces pasa que nos olvidamos lo que Dios hizo por nosotros en algún momento determinado en el que el único que podría sacarnos de eso era El.
No sé si te ha pasado, a mí sí; que hay momentos en la vida en el que estamos contra la espada y la pared y no encontramos como escaparnos de eso y la única forma es que Dios intervenga y al mejor estilo suyo haga algo que nos devuelva la paz que nuestro corazón anhela.
Yo he pasado por momentos como esos, momentos en donde todo se ve mal y en donde la única forma de encontrar una respuesta o una solución es a través del Poder Maravilloso del Señor.
Obviamente luego que Dios actúa y nos da la solución, la respuesta o el milagro que esperábamos, hay en nosotros un agradecimiento indescriptible, ese agradecimiento que nos motiva a querer hacer algo para poder pagar lo que Dios hizo.
Tampoco vamos a negar que en momentos como esos hasta prometemos muchas cosas al Señor que a lo mejor ni vamos a cumplir. Pero la misma emoción y la felicidad o agradecimiento que sentimos en ese momento nos hace decir o pensar muchas cosas que queremos hacer para el Señor.
Pero, ¿Te ha pasado que después de un tiempo nos olvidamos de aquello que Dios hizo por nosotros cuando más lo necesitábamos?, y no me vayas a decir que jamás te ha pasado, porque todos hemos pasado por momentos como esos.
Momentos en los cuales se nos olvidó lo agradecidos que estábamos y bajamos la guardia, bajamos la velocidad y comenzamos a estancarnos espiritualmente y aquel agradecimiento que en un inicio hubo hacia Dios, se volvió en nada más un reconocimiento: "Reconozco que Dios me ayudo”, ¿Pero?, ¿Dónde está todo lo que dijiste o prometiste qué harías por Él y para El?
Posiblemente estos días experimentaste algo sobrenatural de parte del Señor; Dios hizo algo precioso en tu vida y estas muy agradecido y has propuesto en tu corazón ser mejor cristiano, ser mejor servidor y mejor persona, y la vedad ¡Gloria a Dios por eso!, pero quizá dentro de un tiempo, cuando todo esto pase, cuando los meses o años pasen, pueda que te olvides de lo que un día Dios hizo por ti y no cumplas lo que dijiste o prometiste hacer.
Quizá hay personas que en este momento están leyendo esto y que hace muchos años después de que Dios hizo algo maravilloso en tu vida, ahora te has olvidado de lo que un día prometiste qué harías para El y por El. ¿Qué paso?, ¿Dónde quedo tu agradecimiento?, ¿Y las promesas que hiciste?, ¿Los planes que te trazaste?
Es momento de volver a la senda antigua, es momento de reflexionar sobre las promesas o palabras que un día dijiste que harías o cumplirías. Dios no se ha olvidado de esas palabras, ni de tu promesa; tampoco te reclamara y te las sacara en cara, pero que lindo fuera que conscientemente cada uno de nosotros llevara a cabo cada una de esas promesas de servicio que hicimos al Señor, esas promesas de santidad, esas promesas de mantenernos siempre firmes, o cualquier clase de promesa que un día le hiciste, luego que Él se mostró a tu vida como ese Dios Todopoderoso.
Hoy quiero invitarte a que hagas un análisis de tu vida, a que traigas a memoria aquellos momentos en los que Dios hizo algo hermoso en ti y por lo cual le estarías agradecido por toda tu vida con El. Y no solo hacer memoria, sino que intenta cumplir con las promesas de ese agradecimiento
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¿Qué fue lo que Dios hizo por ti?, ¿Lo recuerdas?, si yo sé que lo recuerdas, ahora la pregunta es: ¿Estas cumpliendo lo que dijiste o prometiste hacer por El o para El?
¡No te olvides de cumplirle a Dios, porque El jamás se ha olvidado de cumplirte!
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