No existe nada ni nadie que pueda hacer que el amor que Dios siente por cada uno de nosotros varíe. Nada nos puede separar del amor de Dios, excepto nosotros mismos. Por eso querido amigo y hermano, no dejes que tus circunstancias sean más grande que ese amor que él te tiene.
Querido Señor:
Tu corazón late en mí, me da fuerzas, me renueva.
Es como brisa fresca que alivia mi existir.
Si tengo fuerzas para seguir luchando es porque habitas en mí.
Todo sería tan agotador y vano para mí, si no te conociera.