"—Yo soy el pan de vida —declaró Jesús—. El que a mí viene nunca pasará hambre, y el que en mí cree nunca más volverá a tener sed.” Juan 6 35
En ocasiones permitimos que nuestro alrededor nos haga olvidar lo fácil que es vivir, y con tantas tareas diarias nos olvidamos de invertir en lo que realmente sacia.
Dios seguramente proveerá para todas nuestras necesidades, mas no para nuestras vanidades. La computadora más moderna, el teléfono de moda, ese traje Cosmopolitan, y el auto último modelo en ocasiones solo tienen el papel de distractores. Pues, ¿Para qué tanto juntar y tantos años vivir, si nuestra alma no se sacia de bien?