"Haz, Señor, que conozca tus caminos, muéstrame tus senderos. En tu verdad guía mis pasos, instrúyeme, tú que eres mi Dios y mi Salvador. Te estuve esperando todo el día, sé bueno conmigo y acuérdate de mí.” (Salmos 25 4,5)
Cada día que pasa me convenzo más que no podemos vivir ni un minuto sin el Señor, que se ha convertido desde hace muchos años en el centro de mi vida, que todo lo que viene y va tiene que ver con Él, y que no puedo vivir si no es que Él esté a mi lado.
A todo eso se le llama: "Dependencia”. Y es que nosotros los hijos de Dios necesitamos reconocer nuestra dependencia
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