"El que no cometió pecado, y en cuya boca no se halló engaño; el que, al ser insultado, no respondía con insultos; al padecer, no amenazaba, sino que se ponía en manos de Aquel que juzga con justicia; el mismo que, sobre el madero, llevó nuestros pecados en su cuerpo, a fin de que, muertos a nuestros pecados, viviéramos para la justicia; con cuyas heridas habéis sido curados." (1 Pedro 2 22, 24 )
Es triste pero en la vida muchas veces nos podemos encontrar buscando el pecado, si, hablo de esos momentos en los que por alguna extraña razón sentimos la necesidad "urgente” de fallarle a Dios.
Obviamente nuestro anhelo no es fallarle al Señor, pero nuestra naturaleza carnal nos impulsa ca
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