"El que no cometió pecado, y en cuya boca no se halló engaño; el que, al ser insultado, no respondía con insultos; al padecer, no amenazaba, sino que se ponía en manos de Aquel que juzga con justicia; el mismo que, sobre el madero, llevó nuestros pecados en su cuerpo, a fin de que, muertos a nuestros pecados, viviéramos para la justicia; con cuyas heridas habéis sido curados." (1 Pedro 2 22, 24 )
Es triste pero en la vida muchas veces nos podemos encontrar buscando el pecado, si, hablo de esos momentos en los que por alguna extraña razón sentimos la necesidad "urgente” de fallarle a Dios.
Obviamente nuestro anhelo no es fallarle al Señor, pero nuestra naturaleza carnal nos impulsa cada día a realizar ciertas acciones que muy bien sabemos que no son correctas.
Hay periodos de tiempo en los cuales nos mantenemos firmes, tratando y luchando de agradar a Dios, de pronto de un día para el otro, sentimos el deseo de ir en contra de nuestros mismos principios, sí, porque lógicamente ninguno de nosotros peca con la más hermosa satisfacción de saber que le estamos fallando al Señor.
Y es que si realmente has tenido un encuentro genuino con el Señor, difícilmente disfrutaras de tu mal accionar. Quizá en el momento de llevar a cabo esa mala acción pueda que "disfrutes” hablándolo en sentido carnal y humano, pero luego de ese momento viene la insatisfacción de saber qué hiciste algo que va en contra de lo que realmente quieres hacer.
A ninguno de nosotros nos gusta ese mal sabor de boca luego de haber fallado, ¿Cierto?, no disfrutamos ese momento, peor aún, cuando el enemigo toma ese mal episodio para sacarte en cara tantas cosas, para acusarte y tratar de hacerte sentir el peor de todos los hijos de Dios.
Entonces la pregunta que tenemos que respondernos es la siguiente: ¿Qué estamos haciendo buscando el pecado?, ¿Por qué estas frecuentando esos lugares que sabes que te harán fallar?, ¿Por qué sigues apegado a esas amistades que sabes que te están llevando a la perdición?, ¿Por qué sigues esperando esos momentos a solas y en donde nadie te molestara para llevar a cabo la satisfacción de tus más bajos instintos carnales?, ¿Por qué estas propiciando que todo se te como para caer en el pecado?
Y es que tampoco vamos a negar que somos nosotros mismos quienes muchas veces propiciamos a que todo se dé para concretar aquello que muy bien sabemos que desagradara a Dios. Somos especialistas para provocar esos hechos y luego terminamos sintiéndonos los imperdonables, los más hipócritas del mundo y los más pecadores que puede haber.
Amados, no nos dejemos engañar por el enemigo, no vaya a ser que te encuentres buscando el pecado, provocando que los hechos se den, por un momento reacciona, date cuenta que a lo mejor en ese momento en el que estas planeando o planificando todo no sentirás la insatisfacción que sentirás luego de concretar eso que has pensado hacer.
¡Detente!, Dios te ha dado un Dominio Propio para no dejarte llevar por tus más bajos instintos, Dios es tu fortaleza y jamás te dejara ser tentado más de lo que puedas soportar. No creas que no puedes, porque en Cristo todo lo puedes, no creas que estas solo, porque si Dios está con nosotros, ¿Quién contra nosotros?
Es hora de detenernos y meditar muy bien nuestro accionar, no es posible que el enemigo nos esté engañando fácilmente haciéndonos creer que somos débiles y que por eso fallamos y por lo tanto Dios lo entenderá, ¡No!, ¿Por qué fallar, cuando tienes la suficiente fuerza de parte del Señor para no hacerlo?
No te dejes humillar por el enemigo, pues él es quien te quiere engañar haciéndote creer que lo que vas a hacer es de lo más normal, para que después que lo hagas acusarte y hacerte sentir que no vales nada y que eres un desagradecido, hipócrita y mentiroso.
Levantémonos como personas que a pesar de su debilidad nos paramos firmes y no nos dejamos engañar por ninguna artimaña del enemigo, sino que cada día buscamos, no nuestras propias satisfacciones humanas, sino la satisfacción de Dios al vernos cada día más cerca de Él haciendo su voluntad.
Hoy es un buen día para poner un ALTO total a todos aquellos momentos en donde nos encontramos buscando el pecado, en lugar de buscar nuestra perdición, busquemos el rostro del Señor a través de una vida devocional que realmente se fortalezca en su presencia para resistir cualquier ataque del enemigo.
¡No busquemos el pecado, más busquemos al Dios que derroto al pecado!
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