En la vida hay cosas necesarias que nos pueden faltar, pero aún sin ellas podríamos lograr sobrevivir. Puede faltarnos la energía eléctrica y aunque algunas cosas se nos harían más difíciles, lograríamos subsistir.
Pero si tu vida carece de una relación personal e íntima con Dios, las cosas no podrán marchar tan bien como quisieras. De la computadora podemos desconectarnos, pero no podemos dejar de orar ni de leer la Biblia porque nuestra vida espiritual se iría secando como árbol en invierno.
Las demás cosas no podrán fluir bien por más que lo desees si tus sentidos espirituales no están despiertos. Porque entonces no lograríamos percatarnos de detalles importantes que afectaran nuestro entorno. Pero cuando abrimos nuestro corazón de manera sincera y sencilla. Cuando nos acercamos a Dios con la transparencia de ser tal cual somos, Dios inclina su oído y escucha atenta y pacientemente cada detalle y cada cosa que le decimos. Porque él nos ama y le importamos.
Pero, ¿nos interesamos nosotros tanto en Dios como él se interesa en cada uno de nosotros? Eso se lo demostramos cuando tenemos hambre y sed de su presencia. Cuando queremos conocer su voluntad, es necesario que acudamos a su palabra, que busquemos qué es lo que dicen las Escrituras. Cuando nos alimentamos diariamente de lo que dice su santa y bendita Palabra, dos cosas suceden: 1. Aprendemos a identificar y discernir su voz y 2. Conocemos su voluntad.
La oración es la llave que abre las puertas de los cielos. Es la herramienta más importante y vital del creyente.
Una vez alguien me preguntó que si yo creía que mi oración movía a Dios o hacia que cambiara lo que él ya había determinado. Le respondí que ¡sí! y se burló. Pero ahora digo yo como el refrán: "es verdad que la ignorancia es atrevida”. Hermano querido, nuestras oraciones con fe tienen poder. La Biblia comprueba mediante muchos ejemplos a través de los libros que en ella hay escritos que hubieron oraciones que hicieron que Dios obrara de forma diferente a como había dicho. Abraham intercedió por su sobrino Lot, Elías oró y fuego bajó, Josué clamó y el sol se detuvo, la suegra de Pedro sanó al instante. Ezequías tuvo oportunidad de vivir algunos años más de vida. Mucha gente fue sanada, liberada y algunos resucitaron porque alguien oró.
Tu oración tiene poder. Aunque no siempre todas las oraciones sean contestadas de forma afirmativa o en el momento que esperamos, Dios nos escucha y sabe lo que es mejor para nosotros. Pero no debemos olvidar que hay oraciones que provocan milagros tremendos y que en el mundo espiritual provocan grandes cambios.
Por tanto, Dios desea que le hablemos, que cada día nos acerquemos a él y abramos las ventanas de nuestras almas y le comuniquemos aquello que pensamos y sentimos porque él es nuestro mejor amigo. NO DEJES DE ORAR PORQUE TE PERDERÁS LA BENDICIÓN DE CONOCER A DIOS DE MANERA MÁS PROFUNDA.
No te quedes en la orilla, acércate a la profundidad, boga mar adentro.
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