“La ley, en verdad, intervino para que abundara el delito; pero donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia; así, la mismo que el pecado reinó en la muerte, así también reinaría la gracia en virtud de la justicia para vida eterna por Jesucristo nuestro Señor.”
(Romanos 5 20,21)
Qué difícil es enfrentar una situación cuando sabemos que hemos provocado algo que estuvo mal y nos trae una sensación de culpabilidad. Cada uno de nosotros sabemos que áreas de nuestra vida son vulnerables y es fácil que caigamos. ¿Cómo presentarte nuevamente delante de Dios para pedirle perdón por algo de lo cual has tratado despojarte?, ¿Qué decirle cuando estamos en Su presencia y nuevamente caímos en ese pecado? La realidad es que es una sensación bastante desagradable, ese pecado, mal hábito y costumbre que tienes que hasta hoy te ha mantenido alejado por completo del plan que Dios eligió para ti. Es muy fácil tratar de justificarnos y decir: es que no puedo, es muy difícil, tengo toda la vida luchando con ello, pensé que ya se había ido de mi; mas sin embargo, te das cuenta que sigue presente y lo peor es que te mantiene en un cautiverio. Eso provoca que día a día tu espíritu se seque y ya no tengas ganas de salir de ahí. Te hace pensar que es algo de lo cual jamás serás libre y lo peor es que te condena.
Es muy fácil acusar a cualquier persona que vemos luchando por tratar de salir de algún pecado.
Hoy quiero decirte que si se puede salir de esa esclavitud, se puede vencer eso que por mucho tiempo te ha mantenido apartado de Dios. Él conoce esas luchas que llevas pero precisamente por ello se introdujo la ley, porque Dios ya sabía que el pecado abundaría, pero lo más sobrenatural es que SU GRACIA SOBREABUNDA, esto se refiere a que existe en gran cantidad.
No trato de minimizar el efecto que el pecado produce sobre la vida de las personas, sobre todo de los hijos de Dios. Pero si necesito decirte que no te quedes en esa zona de condenación.
He estado en ese punto en el cual he luchado con esos hábitos y te puedo decir que uno los ve muy grandes, pero si se puede. Una vez que los vences con la gracia y favor de Dios, te das cuenta que puedes vivir esa clase de vida de gozo, deleite, gratitud. Eso es lo que experimentamos al salir de un yugo pesado de esclavitud.
Jamás será parte de tu naturaleza como hijo de Dios vivir como esclavo, no te acostumbres ni te rindas a vivir de esa manera. ¡Toma la sobreabundante gracia que Dios en su bondad te ofrece hoy!
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