Cuando sientas en tu corazón una pena muy profunda y
que con el peso de tus cargas ya no puedes más. Cuando el dolor en tu pecho
casi no te permita respirar y decepcionado, miras a todas partes buscando quién
te pueda ayudar. Es el momento ideal para permitir que la gracia de Dios te
arrope y te envuelva. Es la ocasión ideal para depositar sobre él tus
ansiedades y preocupaciones. Porque cuando tú piensas que ya no podrás más, Él
te dice: "no temas, yo te ayudo, tú podrás continuar”.
Es necesario que entiendas que cuando tú sientes que
ya no podrás continuar es el momento oportuno para que él se encargue de tu
situación. Tú dependencia hacia él será la clave para que pases airoso esta
prueba. Tú exclamas: "¡Señor no puedo más!” Y él dice: "Tu solo no
puedes, pero con mi ayuda vencerás!” A un corazón humillado y quebrantado
jamás despreciará Dios. Estás justamente guardado en el hueco de su corazón. Él
te esculpe con la palma de sus manos, entreteje sus pensamientos dentro de tu
espíritu para que puedas continuar.
Este momento que estás hoy pasando, no logrará
apartarte de la mano del Señor ni de su
gran amor. Al contrario, te acercará a que presencies su gloria, porque cuando
te sientes débil, en él eres fuerte y más que vencedor. Tú ves la puerta
cerrada, pero Dios tiene la llave y cuando él abre esa puerta no hay quien las
cierre. Él quita lo que obstruye el paso y afirma tu andar para que no
tropieces y caigas.
¡Tranquilízate, no te angusties! Que
tú estarás a salvo porque te lleva en sus brazos. Aunque por momentos pienses
que no, este es justamente el momento para que veas a Dios obrar y manifestarse
cual nunca antes en tu vida y en la de los que te rodean. Cuando ya no te metes
en lo que él está haciendo y lo dejas tomar el control e intervenir sin
necesidad de que tú le des instrucciones, ese es el momento ideal, porque sabes
que solo Dios es quien te podrá salvar de todo lo que estés pasando.
|