"Es como un árbol plantado junto a corrientes de agua, que da a su tiempo
el fruto, y jamás se amustia su follaje; todo lo que hace sale bien.”
Salmos 1:3
Eres como un árbol en pleno desarrollo, apenas tu
tronco se está fortaleciendo. Tus raíces van extendiéndose poco a poco y
arraigándose más a la tierra, (espiritualmente nuestra tierra es Dios).
No debes sentirte insignificante ni ignorado. Dios
está haciendo una buena obra en ti. Poco a poco te ha regado con su luz, agua y
sombra para que puedas utilizar esa energía y crezcas. Cada día, en tus ramas
se ven más hojas y los demás pueden ver esa preciosa obra que Dios está
haciendo en ti, aunque tú ni siquiera te hayas dado cuenta.
No te imaginas lo bello(a) que eres. El color de tus
hermosas flores, lo que inspiras y reflejas ante los demás. Mis obras son
maravillosas, yo tomo mi tiempo para hacerlas porque son perfectas. Lo que
otros ven como defectos o errores, son para mí tus debilidades perfeccionadas.
Yo me glorifico en ti para que otros se asombren y sirvas de testimonio, de
aliento, inspiración y fe.
Cada uno de mis árboles es especial y diferente para
mí. Cada uno tiene un propósito específico. Unos dan flores hermosas y sombra
para que las personas lo disfruten; otros dan frutos para que de ellos coman.
De los árboles se puede sacar madera para diferentes usos y vienen en diversas
formas y tamaños. Algunos son más fuertes y otros más débiles; mientras que
unos son extremadamente altos, otros no tienen gran estatura. Pero lo
importante es que a todos los creé YO.
Y Yo deseo que tú seas un árbol bien plantado y
cimentado en mi Palabra. Que anheles cada día buscar mi presencia y cobertura.
Que seas un árbol que no lo ahoguen las circunstancias, porque yo voy por
encima de eso. Deseo que des frutos abundantes. Que sin presumir, ni
pregonarlo, los demás puedan observar que en ti está mi gracia, poder y unción.
Deseo que tus hojas siempre estén frescas y verdes, que no las marchite nada ni
nadie porque Yo soy tu Jardinero y te estoy cuidando siempre.