Aunque mis ojos aún no lo ven, sé mi Dios que estás
obrando. La fe ve lo que los ojos a simple vista no pueden ver y va más allá de
los sentidos. Sobrepasa el entendimiento o la fuerza.
Y yo sé que Tú estás haciendo algo.
Así como la semilla que se siembra en la tierra y no
ves lo que está pasando allá dentro, pero con el pasar del tiempo ves la flor
florecer, el árbol dar sombra y el fruto producir. Igual que el viento que
siento acariciar mi rostro a veces quietamente y otras de manera abrupta, pero
no lo veo, yo sé que estás muy cerca de mí.
Cada día me das la fortaleza para querer mantenerme
firme. Y esa firmeza de carácter proviene porque he conocido tus palabras.
Porque las he leído, meditado y atesorado en mi corazón. Porque cuando estoy en
oración delante de Tu presencia, se hacen tan reales y aún en el momento de la
prueba yo puedo recordarlas y sostenerme.
Por eso sé que tus planes para con mi vida son
maravillosos, porque los padres desean el bienestar de sus hijos y Tú me
formaste en el vientre de mi madre. Tú me amaste aun cuando no comprendía del
todo lo que tenías para mi vida. Yo solo aguardo a que Tu tiempo se cumpla. Sé
que falta poco y a veces me impaciento, pero tu Espíritu Santo me da la calma y
yo permanezco confiada. Mis ojos no te pueden ver, pero mi corazón te siente.
Eso es algo que nadie me puede quitar. Quizás muchos no lo entiendan, más yo sé
que algo estás haciendo.
Y escribo esto con la clara convicción de que mis ojos
en algún momento verán lo que hoy tan solo es decretado por medio de la fe.
Te creo porque nunca mientes, el hombre falla, pero tú
eres Dios. Y confieso estas palabras porque sé que algunas cosas tienen que ser
creídas antes de ser vistas. Creo en cada una de tus palabras y veré cumplirse
cada cosa que has dicho. Es tu gloria que cae como luz en mi vida y me llena de
algo tan inexplicable, pero que da gozo y paz.
¡Te amo Señor! Sé que lo
sabes, pero te lo repito una y mil veces más, porque no hay nadie como tú, ¡tan
poderoso y real!
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